lunes, 27 de agosto de 2012

martes, 21 de agosto de 2012

De "Libros de andar y ver, I" (El Imparcial, 31 de mayo de 1911)

"Verdad es que todavía no está organizada en línea de agresión la defensa de España, no está membrado el cuerpo de los que se propongan libertar a España de la inepcia triunfante. ¡Y mientras los inmediatos responsables conducen jocundamente su existencia, nosotros, los pesimistas, los doloridos, tenemos que avergonzandos por ellos!"

martes, 14 de agosto de 2012

De "Observaciones" (El Imparcial, 25 de marzo de 1911)

"Un hombre posee altruismo intelectual cuando piadoso hace peregrinar su inteligencia hacia el corazón de las cosas de modo que pasajeramente se funda con ellas, cuando procura transustanciarse siquiera unos instantes en el prójimo para asimilarse la opinión de éste en toda su complejidad original. Altruismo intelectual es, pues, un salir del propio recinto para hacer mansión en el recinto de las cosas o el prójimo. Así, cuando Budha Gautama nació y quinientos príncipes Sakyas le rogaron que viniera a demorar en sus palacios, no pudiendo simplemente satisfacer a todos, acertó a multiplicarse quinientas veces y fue a habitar los quinientos alcázares para no herir a ninguno en sus deseos. Las cosas todas, y entre ellas estas cosas animadas que llamamos los prójimos, son otras tantas invitaciones a que emigremos de nosotros mismos y vivamos fuera, de posada".

martes, 7 de agosto de 2012

De "La herencia viva de Costa" (El Imparcial, 20 de febrero de 1911)

En 1910, como vimos, Ortega gana su cátedra de Metafísica y contrae matrimonio. En 1911 viaja a Marburgo (Alemania) para perfeccionar sus conocimientos filosóficos antes de ocupar su cátedra, con una pensión de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas. Sigue los cursos de los profesores Cohen y Natorp, así como “Privatdozent” con el doctor Hartmann.

Además, cursará “Cálculo diferencial e integral”, “Teoría de conjuntos” y “Geometría analítica”. En Marburgo nace su primer hijo, Miguel Germán.

"Con frecuencia se nos tacha de escaso patriotismo, como si mientras nos quejáramos yaciéramos en un lecho de rosas o se nos sorprendiera buscando a toda hora la comodidad. Por mi parte, me hallo poco dispuesto a aceptar estas lecciones de necio patriotismo que suelen llegarnos de los corazones más frívolos. En la casa solariega tiene cada cual derecho a usar, como mejor le plazca, la herencia familiar: yo recibo esa herencia cambiada en amargura, y es la voluntad de mi patriotismo sentir a España como dolor y como desventura. Tápense, pues, los oídos quienes no gusten de escuchar lamentaciones y busquen, a su modo, otros métodos para salvar la vieja casta enferma. Siendo, para mí, la tradición española un grave dolor que me atormenta, yo no sé otro medio de salvar a España que librarme de ella; es decir, que España sea otra cosa de lo que fue y de lo que es: que no me duela".