"El ocioso no falsifica su vida: él no hará lo que tiene que hacer, pero no lo suplanta con ningún otro quehacer positivo. Fabrica con los angustiosos sudores de su aburrimiento el vacío de todo quehacer. Esto no es falsificar su vida. Es simplemente anularla; practicar suicidio blanco.
En cambio, el que hace algo, el que hace mucho, pero no precisamente lo que hay que hacer, ese sí falsifica su vida. Éste es el vicio de la laboriosidad".