En 1913, Ortega ejerce de secretario del Congreso
Científico de Madrid, organizado por la Asamblea para el Progreso de las
Ciencias. Sus dotes de orador le dan un enorme prestigio, inusitado en un joven
de 29 años que aún no había publicado un solo libro. Es también el año de su plena
irrupción en la vida pública, mediante la fundación ese otoño de la “Liga de
Educación Política”, asociación de jóvenes intelectuales.
"La lucha política ha llegado a tal simplismo, que un escritor ajeno a los partidos organizados y amigo de atenerse a la complejidad de lo real, está condenado a enojar a los dos bandos. Y lo peor es que en nuestra tierra no aceptar la disciplina, el ideario de los partidos constituidos, se interpreta como una insoportable vanidad".
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