"Un hombre que defiende exhuberantemente unas opiniones que en el fondo le traen sin cuidado, es un farsante; un hombre que tiene realmente unas opiniones, pero no las defiende y patentiza, es otro farsante.
Según esto, la verdad del hombre estriba en en la correspondencia exacta entre el gesto y el espíritu, en la perfecta adecuación entre lo externo y lo interno".
No sé si es cosa mía, pero percibo que había mucha empatía entre ambos.
ResponderEliminarLa cosa es que lleva razón, pero puesto así, negro sobre blanco, la otra cosa es que vamos muy faltos de correspondencia exacta entre el gesto y el espíritu, que se llevan como Ortega -Baroja.