En 1926, Ortega cambió su coche por un modelo
francés de la marca Georges Irat, y más tarde, en los años 30, por un
Chevrolet. Éste fue requisado por el Gobierno republicano durante la guerra civil, y después Ortega ya
no volvió a tener coche propio en toda su vida.
"Imagino una nueva anatomía de España: la península organizada en grandes regiones. Cada una estaría gobernada por una Asamblea regional o Parlamento local, que nombraría sus magistraturas ejecutivas. La Asamblea se compondría de diputados elegidos por sufragio universal directo en los distritos actuales. A este Poder local se entregaría la resolución de todos los asuntos localizados en la existencia provincial".
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