martes, 6 de diciembre de 2011

De "Crítica bárbara" (El Imparcial, 6 de agosto de 1906)

"Aunque parezca una dolorosa ironía nos hace mucha falta aprender a ser últimos entre nuestros conciudadanos, a considerar sin rencor ni hosquedad el lugar que nos está asignado en la república, donde tan necesarios y útiles son los primeros como los últimos. Así en la literatura y en toda nuestra vida de hoy se advierte un prurito de genialidad y de fanfarronería, sólo concebible donde las mozas y viejas testas se hallan preocupadas únicamente de ser las primeras en los escalafones, dando por despreciables todos los demás puestos. Aprendamos a ser los segundos, los terceros, los últimos. Tal vez, la más profunda enseñanza que da el roce con las cosas reales, (...) es que la vida merece la pena de vivirse aunque no seamos grandes hombres."

1 comentario:

  1. No hemos aprendido a ser los últimos, pero la vida, que a cada cual lo pone en su lugar, nos ha ido relegando a los últimos puestos en muchas cosas. Por otra parte los mismos puestos que suponen la cabeza de una nueva lista. Si estamos a la cola en I+D, pongo por caso, ¿no estaremos a la cabeza de los países que menos invierten en eso mismo?

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