martes, 29 de noviembre de 2011

De "La ciencia romántica" (El Imparcial, 4 de junio de 1906)

"Todos debemos suspirar porque andando el tiempo den los espíritus españoles una buena cosecha de sabiduría, y a más de suspirar, debemos tejer nuestra vida propia de suerte que logremos ser sabios en algo. Necesitamos ciencia a torrentes, a diluvios para que se nos enmollezcan, como tierras resecas, las resecas testas, duras y hasta berroqueñas."

5 comentarios:

  1. No ya los espíritus españoles a los que alude, ni siquiera Ceres lo intentaría que todos ellos salieron por pies en cuanto se vieron venir el alud de ineptos. Esto no es una sequía es un suelo convertido en piedra, a fuerza de no recibir ni una gota, donde no permeará el diluvio por muy universal que sea, que tantos años de agostamiento se pagan caros y los sabios van a acabar desapareciendo hasta del diccionario.

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  2. No seré yo quien diga que hay que ser más optimista, que también Ortega previno contra la idiocia del "optimismo antropológico". Pero si cada uno se preocupara de ser cada vez más sabio en lo suyo, nos encontraríamos en menos tioempo del que creemos con un sorprendente grupo capaz de contener el alud de ineptos.

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  3. Doy por hecho que los sabios, como las meigas, haberlos haylos, pero dos millones de sabios en nuestro país no sirven de nada, si al tiempo que la sabiduría no cultivan el espíritu comunitario, no el gregario-asambleario, sino aquel que lleva a preocuparse y trabajar por el bien común, ese que también considera las necesidades de los más débiles y no el solo el de la mayoría.
    Luego hay que ver si la mayoría se deja gobernar por una minoría excelente.

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  4. Escasa será la sabiduría que no mire al bien común, sino al ombligo propio o, todo lo más a mi asambleíta de afines. Más complicado es una preocupación especial por los más débiles, y más aún el gobierno de los excelentes (cuando vayamos desgranando "La rebelión de las masas" habrá tiempo de comentarlo). Pero quién sabe...

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  5. Lo de la rebelión de las masas siempre me ha sonado raro y la historia ha demostrado que cuando las masas se rebelan, en general, lo que se sigue es un baño de sangre: Egipto, Siria, Tianamen, Rusia (1917). Luego está la otra versión ecoguay y posmoderna: vamos todos juntos a pedir cada uno lo suyo, lo que no nos den lo tomamos de todas formas. No he oído gritar ni una sola vez: "Quiero un gobierno honesto, de capaces". Para que las masas se rebelen al estilo Ortega es preciso que primero tomen conciencia de que el yo está en íntima relación con el nosotros y si no es así está llamado a desaparecer; de que la sabiduría es una necesidad apremiante y la mediocridad un lastre insoportable.

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