martes, 1 de octubre de 2013

De "Personas, obras, cosas" (Sobre El Santo), 1916.

"Yo no concibo que ningún hombre, el cual aspire a henchir su espíritu indefinidamente, pueda renunciar sin dolor al mundo de lo religioso; a mí, al menos, me produce un enorme pesar sentirme excluido de ese mundo. Porque hay un sentido religioso, como hay un sentido estético y un sentido del olfato, del tacto, de la visión".

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