"Con una insistencia incompatible con la buena literatura, hemos analizado la situación general de la vida española y hemos hecho constar que el desprestigio de las instituciones políticas y de los grupos gobernantes es tal, que aunque nadie se ponga a impedir su funcionamiento, vienen abajo por sí solos.
No hay más solución que una con doble nombre: liberalismo y modernidad, entrega sustancial del Poder a fuerzas democráticas dirigidas o auxiliadas por hombres nuevos que transformen la estructura de España, dotándola de otra organización, la cual podrá ser deficiente, pero gozará, cuando menos, del prestigio que trae consigo lo nuevo y sin pretérito deshonroso".
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